The Final Condom. El depósito, vamos

Me siento como Woody Allen en la película esa que sale disfrazado de espermatozoide charlando amigablemente con otros tipos de su (buena) calaña. Es decir, me veo estrujado, rodeado y forzado a salir del estanque de los renacuajos a toda velocidad. Espero no estamparme contra un útero de acero en el Mundo Real Tm.
Mañana es el día D, hora H, minuto M, segundo S.
Ya he recogido el parte de alta de la Seguridad Social. Vuelvo a enfrentarme con discapacitados intelectuales durante muchas horas al año, a cambio de unas pocas perras (casi las mismas que estando de baja, de hecho). Pero necesito llevar una Vida Normal (c), una de esas en la que no tienes tiempo de quedar con nadie. Vamos, exactamente lo mismo que estando de baja que, como los demás no lo están, no quedan contigo.
He sacado muchas más conclusiones de las que parece a simple vista de mi reclusión introspectiva at home, en estado raro-zombi. Quizás yo soy así y me lanzo a querer desmedidamente. El caso es que durante este tiempo me he dado cuenta de la gente a la que le importo y a la que no; a la gente que no le ha costado quedar conmigo una tarde para que le aburra e incluso le transmita malas vibraciones, a cambio de nada. Otras personas me han incluido en sus proyectos e incluso me han forzado ha participar de ellos. Otras personas que yo consideraba más cercanas, sin embargo, han desaparecido como por arte de magia, y si he querido verlas he tenido que ser yo quien se acercara. Por lo visto, estaba bastante confundido en mis impresiones. Es algo de lo que había oído hablar muchas veces pero que no alcanzaba a comprender en su totalidad. Lo de "en lo bueno y en lo malo" ahora tiene un nuevo cariz.
Por eso dedico esta entrada a quienes habéis estado ahí: Muchas gracias.
Y también la dedico ha quienes me han defraudado: Si os pasa algo lo más mínimamente parecido ya tenéis todas mis visitas hechas. De hecho hay una que lo va a poder apreciar de inmediato.