Hacia el Maelstrom

Entre mis compañeros del trabajo hay alguien que no sé muy bien si está bien o no de la cabeza. Yo apuesto por una mujer, más que nada porque durante la excursión a Huesca hizo uno de sus actos incontrolables y yo era el único trabajador con colita. No parece de nadie cabal robar dinero en un sitio en el que es más fácil que nunca pillar al culpable. Parece como si se hubiera precipitado hacia un vórtice acuático, un pozo de San Lázaro, con un bote raquítico que hace aguas. De todos modos no estoy en la piel de esa persona e ignoro si algún problema como la cleptomanía o la ludopatía pueden estar revoloteando su existencia. Yo sólo quiero tiempo para hacer mi trabajo y que nadie nos tenga que interrumpir, ni el jefe para reuniones de emergencia sobre este manido tema, ni la policía para testificar.