Ayer salí. Parece una frase de lo más normal pero, cuando hace más de año y medio que algo en el interior de uno no le deja disfrutar de esas pequeñas cosas que todos necesitamos, dicha frase tomar un cariz distinto, global.
Vi un poco del concierto de La Ojera de Van Cuver, con su gritona cantante y no me importó que me pareciera una mierda. Lo importante era que yo estaba allí sin necesidad de estar abrazado como una lapa a mi Lolito.
Después estuvimos en un garito del casco y me di cuenta de que era la antigua La Cárcel, el pub gay por excelencia de los 80 en la ciudad. Hace unos 14 años fui allí con varios amigos y amigas para observar y echar unas risas. Y nos sentimos intimidados nosotros, especialmente cuando la travela de la actuación nos llamó: Los Niños de San Ildefonso. Hoy es un local normal y corriente, donde pinchan bazofia mainstream. Y solamente me dio un bajón de tristeza durante unos pocos minutos. Mi Lolito, como está pendiente de mí, se dio cuenta y me abrazó.
2 comentarios:
Recuerdo aquel día que nombras... en el que yo no llevaba uniforme de niña de San Ildefonso, pero en el que seguramente vestía mis inseparables lentejuelas, casi uniforme para el caso.
Ya me parecía a mí que eras tú. Me lo imaginé por el nick. Recuerda que siempre te he dicho que te pareces a las urracas porque te encantan las cosas que brillan. Los diamantes, como las lentejuelas, lo hacen, y mucho. Además, creo que a Tino Casal, del que eres fan, también le iban los reptiles, ya que aparecían hasta en sus portadas. Menudo detective, ;-) A ver si nos vemos en algún concierto.
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