18.10.10

A picar a la mina



Se acabó lo bueno. Tras las fiestas comienza el horario que llevo la mayor parte del año en el trabajo que, lógicamente, es el peor de todos los posibles horarios que tengo. No me puedo quejar pero ver cómo se van casi todos los compañeros a sus casas, con sus parejas, y tener que restar una hora más en el "punto de engorde" como diría cierto escritor llamado X, me produce cierta desazón. Con el tiempo he aprendido a aprovechar la hora libre que tengo de más a mediodía y no me importa tanto. Ya no me acuerdo del moreno del verano, sólo del de otoño.

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