
Todos los años, justo antes de que empiecen los cuarenta días anteriores a la Semana Santa -la Cuaresma-, se celebra el carnaval, donde se puede comer carne en todos los sentidos de la expresión. La gente se disfraza, aprovecha para ser lo que le gustaría ser y no se atreve el resto del año.
Hay disfraces de todo tipo. La gente saca, en ocasiones, el animal que lleva dentro o el personaje al que odia y admira por igual.
Todos formamos parte del Carnaval aunque no lo pretendamos. Yo hago de mí mismo; este año sí. Ya iba siendo hora después de dos Carnavales sin lograr ser yo.
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